España, Rusia o México son algunos de los países que, además de su Perú natal, han podido conocer el arte Shipibo-Konibo a través de una de sus principales embajadoras, Olinda Silvano. Mujer amazónica, indígena y migrante. Sus primeros años en Lima fueron muy complicados, pero gracias a su tesón personal, hoy siente que ha encontrado a través de la pintura y los tejidos su propio yo

07 de noviembre de 2019.- “Llegar a la ciudad no fue fácil. Fue un golpe muy fuerte, por nuestras costumbres. Estamos acostumbradas a vivir al canto del río, de los bosques, de los animales, de los peces, comiendo sano y natural. Acá es diferente”. Antes de que su nombre fuera conocido, Olinda Silvano sufrió prácticamente las mismas situaciones a las que miles de mujeres migrantes deben enfrentarse en su decisión de abandonar sus comunidades y empezar de cero en el anónimo entorno de la ciudad. Al igual que otras hermanas y hermanos del pueblo Shipibo-Konibo, optó por hacer las maletas y probar fortuna en Lima. “Buscaba un lugar más grande donde vender mis productos para dar mejor educación a mis hijos, allá la educación está baja”, recuerda.

Nota periodística:
https://www.caaap.org.pe/website/2019/11/07/debemos-sentirnos-orgullosas-de-quienes-somos-migramos-a-la-ciudad-pero-sin-olvidar-nuestras-raices-ni-nuestra-cultura-debemos-difundirla-para-derribar-la-discriminacion-porque-ensenando-l/

Olinda Silvano, artesana Shipiba Conibo originaria de la comunidad nativa de Poayan en Iquitos.
Actualmente es Presidenta de la Asociación civil El Ayllu, institución sin fines de lucro, que promueve
la Ley N° 29073 – Ley del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal.
https://www.facebook.com/elayllu/

Olinda, comenta «nuestros diseños heredados por nuestros ancestros, representan el camino ancho cuando vamos al bosque, y
representa también la unión del pueblo shipibo», por eso tienen que valorar nuestro arte, que es muy trabajo.
Al igual que otras hermanas y hermanos del pueblo Shipibo-Koniko, opto por hacer las maletas de su tierra natal Poayan, (Iquitos)
y probar fortuna en Lima, «Buscaba un lugar mas grande donde vender mis productos para dar mejor educación a mis hijos,
allá la educación esta baja», recuerda.